Este articulo fue escrito 2 semanas despues de la muerte del Doctor Erwin Raúl Castañeda Pineda, lamentablemente Raúl no pudo saber el desenlace de lo que algunos creen justicia ya que el proceso sigue estancado…
“…¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuando ésta lo traslada fuera de éste mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, todo el continente queda disminuido, como si fuera un promontorio…”
“Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad. Por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti.”
John Donne (1572 – 1631)
La inmensa mayoría de los seres humanos actuamos como si fuésemos inmortales… sumergidos en nuestro egoísmo y egolatría, vemos la desgracia y la desventura ajena como algo lejano, que difícilmente podrá afectarnos.
Sin embargo estamos expuestos; y la adversidad podrá llegar de manera inesperada, brusca, casi sin darnos tiempo para poder decir: ¿A mí?, ¿Por qué a mí?, y la fatalidad y el dolor penetrará hasta lo más profundo de nuestras almas.
Y es ahí donde nos recordamos que Dios existe, y lo buscamos, y recurrimos a Él con ansias, con desesperación, clamando su misericordia. Y reflexionamos que Dios siempre ha estado y estará presente, y que su palabra ha intentado guiarnos, y nos guía, y nos guiará por los siglos de los siglos.
“El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la primera piedra contra ella.” –dijo Jesús mientras escribía en tierra con el dedo. (Juan 8:7)
De ésta manera sencilla pero contundente salvó la vida de una mujer acusada de adulterio. Sin ser juez frente a los fariseos y los acusadores conocía perfectamente que ningún ser humano está libre de pecado.
“…perdona nuestras ofensas así como nosotros también perdonamos a quienes nos ofenden…” dijo también el señor cuando enseñó a una multitud a orar, recordándolos de esa manera el nuevo mandamiento que Él promulgó: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Y es irónico, pues el “Padre Nuestro”, es la oración que más se repite en el mundo, y es quizá la que menos se pronuncia de corazón… lamentablemente y en la práctica se queda flotando en el aire como simples palabras sin el sentido de la convicción que el Maestro intentó infundir en todos nosotros.
Millones de personas leen la Biblia, y asisten a sus servicios religiosos… pero, como que no pasara nada, se ensañan contra sus semejantes, destruyéndolos en vida, e incluso sin respetarlos a la hora de su muerte terrenal, ¿Dónde quedó aquello de “…así como nosotros perdonamos…”?, utilizan ahora sobre todo la vía del Internet, y por la espalda ese pequeño órgano llamado lengua. Al respecto fue dicho: “así también la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas”.
He aquí cuán grande bosque enciende un pequeño fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación y ella misma es inflamada por la rueda del infierno. (Santiago 3: 5-8)
Se olvida la gente que todos hemos de morir algún día, cualquiera, justos y pecadores; santos e impíos, por lo tanto la muerte es un proceso profundo y complejo pero natural, que unos podrán interpretar como un castigo y otros como una liberación hacia la presencia de Dios.
Cómo se afanan muchas personas de juzgar y condenar a sus a sus semejantes sin siquiera haberlos conocido.
Jesús sentenció:
“No juzguéis para no ser juzgados, porque con el juicio que juzgáis seréis juzgados y con la medida que medís os será medido.
¿Por qué echas de ver la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Saca la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano…” (Mateo 7: 1-6)
Sí, muchos miramos de lejos la desgracia ajena y vanidosamente nos consideramos salvos.
¿Quién nos asegura que el día de mañana tú, tu hijo o algún ser querido no será enviado a prisión “preventiva” justa o injustamente según como ante las leyes de los hombres así se vea?
¿Quién nos asegura que tú o uno de los tuyos, producto de esa visión humana tan relativa, no perezca como víctima del daño colateral provocado por quienes se dicen ser los dueños del “nuevo orden mundial” y sus objetivos globales, y, ante lo cual, lo único que te va quedando es tu dignidad y tu esperanza de apelar a la misericordia divina?
No, no somos islas, la muerte del Dr. Erwin Raúl Castañeda Pineda en la ignominia, niños, hombres, ancianos, a causa de un sistema injusto, alejado de los principios del cristianismo que dicen seguir, también nos afecta a todos; porque creo desde la óptica divina que todos deberíamos ser uno solo, un continente…
En algún momento, tarde o temprano, dicho continente quedará desmoronado ante la falta de misericordia, de comprensión de que lo que hoy le tocó a otro ser humano, nos podría tocar a nosotros mismos.
Para Cristo, a diferencia del diminuto Maquiavelo, el fin nunca justificará los medios; exceptuando cómo él lo demostró, su propia muerte en la cruz con tal de salvarnos de nuestros pecados.
Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, para provocar la rendición de Japón jamás justificarán la muerte atroz de la población inocente. El holocausto de los judíos en manos de los nazis jamás encontrará asidero en las ideas trastornadas de la superioridad social.
La persecución implacable del régimen soviético de Stalin y similares, contra los creyentes en Dios, ni hablar.
La destrucción de las torres gemelas un 11 de septiembre, con su cauda de inocentes sacrificados sin sentido en nombre de una guerra santa, no tiene justificación alguna.
Los ataques “quirúrgicos” de los aliados de las N.N. U.U. contra posiciones enemigas en la guerra del Golfo, provocó muertes inocentes que nadie puede negar, las miles de víctimas en las guerras de Vietnam, Afganistán, etc, etc, etc.
Ninguna guerra es quirúrgicamente exacta, ya sea armada, o por la vía aparentemente legal y política. Siempre existirá daño colateral sobre seres inocentes.
La llamada lucha contra la corrupción en el país también dista mucho de ser quirúrgica; existen en las prisiones seres humanos que están pagando el daño colateral, con su prestigio roto, su estabilidad moral, económica, social y la integridad de sus familias resquebrajados… pagando con enfermedad e incluso la muerte, un precio que no les corresponde pagar.
Jesús decidió no intervenir en política, ni atacar al poderoso imperio romano.
“Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” –enfatizó (a pesar de ello, fueron los políticos y quienes ostentaban el poder en ese entorno quienes lo crucificaron)
Jesús actuó con el arma del amor, y apelando a la reconstrucción del ser humano desde sus propios cimientos.
“…El amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…” (1 Corintios 13:4)
Y así triunfó Jesús, a pesar de que en su momento a él y a sus seguidores los trataron como delincuentes.
¿Cómo vamos a construir un país de amor, equidad y justicia si primero no nos reconstruimos nosotros mismos?
La vida me ha dado la dicha de conocer y leer a diferentes personas de excelentes partes del mundo, y he concluido que el problema no está en los pueblos ni en su gente.
El problema lamentablemente son los gobiernos o más bien los llamados “líderes” de los mismos. Y éste fenómeno se observa no solo a nivel de las súper potencias y el resto de países, si no que llega a alcanzar hasta las más diminutas comunidades. Es decir, el problema es de la naturaleza humana como tal.
Recuerdo que después de dos semanas de la muerte del Dr. Castañeda en prisión “preventiva”, el espasmo cervical y el dolor de mi antebrazo derecho, secuelas mínimas de las desesperadas maniobras de resucitación, que sin contar con equipo alguno realicé junto a otros compañeros, ya desaparecieron. Quedan heridas en el alma, que Dios está cicatrizando. Para jamás reabrirse.
Mientras tanto el mundo sigue su loca marcha… muchas personas aún extienden su dedo acusador sobre la memoria de Raúl, que falleció inocente según las propias leyes guatemaltecas.
Mientras tanto y no sé por cuánto tiempo, seguiremos viendo sentados en sus tronos terrenales a personajes simples, finitos e imperfectos actuando a la manera de Pilatos: Lavándose las manos en lo que llaman “clamor popular”, el cual manejan a su sabor y antojo mediante medios de comunicación y las famosas redes sociales.
Ansiosos de sangre, quienes alzarán sus voces con furia, mientras los alaban y enaltecen cuales nuevos dioses… respondiendo a su pregunta, si es que un día la hacen:
-¿Qué haremos con el inocente?
-¡Crucificadle!, ¡Crucificadle!
Estoy seguro, sin embargo, que habrá mucha gente que de verdad cree en Dios, y ya sea en cautiverio, o llevando una vida plena de libertad, que elevarán sus ojos al cielo y musitarán, tan quedamente que no podrán ser oídos por las turbas enardecidas:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
(Lucas 23:34)
Jesús Oliva Leal
Pediatrá
Sobreviviendo más de 21 meses en prisión “preventiva”
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